Nuestra iglesia invierte tiempo y recursos en edificar a las familias. Creemos que una iglesia fuerte y saludable está formada por familias redimidas y regeneradas.
Sabemos que los hogares transformados por el Evangelio de Jesucristo son el mayor aporte que podemos hacer para que nuestra comunidad sea mucho mejor. Un matrimonio cuyos cónyuges se aman y viven vidas espiritualmente dignas será una poderosa influencia para las futuras generaciones.